“El Poopó es un lago sin vida” esa fue la reacción que tuvieron el dirigente campesino Valerio Rojas y el agrónomo Milton Pérez, cuando visitaron la zona del departamento boliviano de Oruro en donde se encuentra lo que queda del Lago Poopó.
Los culpables de este fenómeno serían los cambios en el clima que ha generado el capitalismo, y ante los cuales, somos los del sur del mundo quienes más sufrimos sus efectos. El Poopó, según lo indican los investigadores, posee un ecosistema muy frágil, con una profundidad que no supera los 4 metros, se ha visto notablemente afectado en la últimas décadas.
Los constantes fenómenos climáticos extremos, como los de La Niña y El Niño que azotan con frecuencia el altiplano han contribuido a dejar sin agua el lago. Estos fenómenos actualmente ocurren cada dos o tres años, siendo que lo normal era que se dieran cada década, lo que permitía reestablecer el equilibrio del lago, el mismo que hoy luce como una inmensa zona desértica sin rastros de agua, donde antes habia una superficie de más de 4.600 kilométros cuadrados.
“El Poopó tenía la capacidad natural y el tiempo suficiente para reestablecerse como el ecosistema que era” destaca Pérez. En tanto el dirigente de la zona, Valerio Rojas con pesar ha declarado que “hace un año se veía la reducción de las aguas, hasta que el Poopó se convirtió hoy en un lago sin vida”.
Los indigenas del altiplano, por su conexión y cabal conocimiento de la Pachamama, ya han perdido cualquier esperanza señalando que “tenemos un lago que ha desaparecido, ahora es una pampa, un desierto donde no se puede sembrar nada, ni producir, ni hay nada, mucho menos vida”.